Tailandia

Llegamos al hotel Saint Tropez al sur de la costa oeste, regentado por un francés (400B/noche) y nos instalamos en un pequeño bungalow situado en medio de un jardín con piscina. Como no conocemos la isla, hemos elegido este lugar por estar cerca de las playas sin estar en pleno centro turístico.

 

Al día siguiente salimos a explorar los alrededores: un pequeño centro con algunas tiendas y restaurantes locales bordea la (única) carretera que da la vuelta a la isla. La playa más cercana se encuentra frente al hotel Mercure, pero como todas las playas de la isla, el acceso no es simple sin atravesar por los hoteles. Llegamos a la playa de Mercure (sin saber si ésta es privada o no) donde nos encontramos con un mar poco profundo que nos llega a la altura de las rodillas. Vamos hasta la punta de un pequeño embarcadero para ver si cubre más, pero otros turistas están ya a 200 m en el agua sin que el agua les depase el nivel de las rodillas... terminamos bañándonos allí, tumbándonos para mojarnos completamente.

 

Por la tarde alquilamos un scooter (150B) y salimos a visitar la zona sur de la isla. Por el camino nos cruzamos con un turista que lleva una bolsa con comida que 2 monos intentan atrapar; a él le hace gracia hasta que uno de los monos consigue coger la bolsa y sale corriendo.

 

Llegamos al pueblo sobre pilotes de Baan Bang Bao (parking 20B), que resulta ser una sucesión de tiendas de souvenirs y restaurantes; el único interés son los barcos de colores lo largo del embarcadero que conduce hasta un faro muy fotogénico, sobretodo al atardecer.

 

Al día siguiente recorremos los 50 Km de perímetro de la isla en scooter. Como ayer visitamos el sur, salimos en el sentido de las agujas del reloj hacia el norte. El recorrido no resulta muy interesante ya que la carretera no bordea la costa y siempre hay algo que tapa la vista. Sin embargo, en algunas zonas el camino es divertido para conducir porque no paran de haber subidas y bajadas.

La costa oeste está muy construida y por consiguiente, hay mucha gente. Una vez se deja atrás el puerto del ferry, la costa es mucho más salvaje, los edificios y los coches son raros.

 

Al sur de la isla, seguimos la indicación "Long Beach" que nos conduce hasta una pequeña península recubierta de campos de hevea, que resulta no tener salida alguna ya que la carretera se transforma en un camino rocoso imposible de ir con un scooter.

 

Retomamos nuestro camino hasta llegar a otro que se supone permite dar la vuelta a la isla, que cogemos pasando por debajo de una barrera a mitad levantada. Enseguida vemos que el asfalto está fisurado, luego hay hoyos, antes de que desaparezca completamente en algunos sitios, dando paso a una tierra rocosa inestable. Como nos encontramos bastante cerca del lugar donde se encuentra el hotel, decidimos continuar... antes de llegar a un río donde el camino desaparece derruido por el agua. Es imposible atravesar el río y nos toca volver por donde llegamos, recorriendo de nuevo los 50 km en sentido contrario para llegar a nuestro hotel.

 

 En principio queríamos ir a unas islas más desérticas que se encuentran al sur de Koh Chang: Koh Wai o Koh Mak. Sin embargo, esta región tiene la reputación de tener los peores monzones de Tailandia, y como nos encontramos en esa época, es completamente fuera de temporada por lo que muchas infraestructuras y servicios turísticos están inoperativos. La isla de Koh Wai está completamente cerrada a los turistas y para ir a Koh Mak hay que volver al continente o bien alquilar un speed boat (4000B) (en temporada alta hay ferrys que salen desde Koh Chang una vez al día). Olvidamos pues nuestras ganas de una isla salvaje y nos quedamos donde estamos.

 

Los dos días que siguen vamos a la playa de Lonely Beach que se encuentra a 15 minutos a pie del hotel, pero no muy agradable para llegar porque hay que seguir la carretera que no tiene acera alguna. Una vez más, la playa es mucho más fácil para acceder desde uno de los hotel que por la carretera que no presenta realmente ningún acceso... atravesamos pues los hoteles para poder llegar hasta ella.    

La playa no es tan "lonely" cuando se ve todos los hoteles que la bordean y todos los turistas que toman el sol; sin embargo, es agradable para bañarse y tiene algunos árboles para cobijarse del sol.

 

Durante nuestra estancia en la isla no nos salvamos de un buen monzón y decidimos de ir prematuramente a Bangkok (9h, 600B) para pasar los últimos 3 días de viaje.

 

A las 8h de la mañana subimos a un minibus delante del hotel que nos deja 9h después delante de nuestro hotel en Bangkok (contando 2h de atascos...).

Para los ultimos días de nuestro viaje, hemos decidido volver a acostumbrarnos al confort occidental y hemos reservado una habitación en el Trinity Silom Hotel (32€/noche). Hemos elegido olvidar el gueto turístico de Kao San Road con la idea de descubrir de otra manera Bangkok... y pese a haber visitado Bangkok varias veces, nos hemos dado cuenta que teníamos una idea equivocada de la ciudad.

 

A penas llegados, nos vamos a la piscina para desestresarnos de 9h de autobús. La piscina se encuentra en un edificio frente al hotel, del otro lado de la calle, pero tiene su mérito porque es una piscina exterior de 25m: perfecta para nadar en medio de la ciudad!

 

Temiendo haber perdido demasiadas calorías habiendo hecho deporte, salimos en búsqueda de un night market como sólo los tailandeses tienen. Vamos al Patpong night market que se encuentra a pocas calles de allí, pero que a nuestro gran pesar, no tiene puestos de comida sino de souvenirs, camisetas, etc. todo ello rodeado de bares de streaptease y gente que propone los ping pong shows.

Pasamos también por la calle japonesa Thaniya Road donde la especialidad no es el ramen ni el sushi sino algo más local, lo que podemos constatar viendo las numerosas chicas que "esperan" delante de los bares.

 

Como ya hace varios días que no hemos salido a andar, salimos a descubrir la ciudad andando. Nos dirigimos hacia el parque Lumpini, cerca de la estación de Silom, que no tiene interés particular, antes de tomar un largo camino peatonal que sigue un klong (canal) con un agua extraña rodeado de casas sorprendentemente precarias hasta llegar al barrio de negocios de Sukhumvit.

Como hay un calor sofocante, cogemos el metro hasta Siam con sus centros comerciales super a la moda, donde nuestra ropa sucia y usada hacen contraste con las de los otros clientes, antes de volver hacia nuestro hotel para aprovechar de la piscina.

 

Penúltimo día de nuestro viaje, después de haber visitado los barrios al este de Silom, salimos dirección oeste. Vamos hacia Chinatown con su bazar de calles repletas de cachibaches. Como nuestro regreso a Europa es inminente, estamos dispuestos a dejarnos tentar y comprar souvenirs de forma impulsiva... pero no compramos nada, todo el mundo vende los mismos artículos chinos que no darían ganas ni siquiera a un niño que ha sido privado de navidad.

 

Dejamos el barrio chino a nuestras espaldas para dirigirnos al barrio histórico de Bangkok donde se encuentran los principales templos y ministerios del país. Hay mucha agitación porque hoy es el cumpleaños de la reina y, por lo tanto en Tailandia es también el día de la madre: en la plaza real a proximidad, Sanam Luang, estan preparando una ceremonia con fuegos artificiales por la noche. Sin embargo, no pensamos participar a ella ya que ayer hubieron varios atentados en el sur de Tailandia, y cuando vemos a la policía tailandesa, no nos da la impresión que puedan asegurar un evento similar.       

 

Nos paramos para visitar nuestro gueto de turistas preferido: Kao San Road, donde aprovechamos para comprar un libro de segunda mano y desalterarnos con un "fruit shake" (30B). Con las piernas destrozadas de tanto andar bajo el calor sofocante de la ciudad, elegimos el medio de transporte más económico de Bangkok y descendemos el río en uno de los numerosos barcos "turísticos" (aunque también lo utilizan los locales) (14B/p).          

 

Decepcionados de nuestra sesión de shopping infructuosa de ayer, nos damos una segunda oportunidad yendo al mercado de fin de semana de Chatuchak (línea MRT, parada Chatuchak Park). Hemos leído que es preferible llegar pronto, pero no hemos seguido este consejo; llegamos sobre las 11h en un metro repleto, y seguimos la retafila de turistas ininterrumpida que se dirige al precinto del mercado.

Primera observación: la comida es 2 veces mas cara que en cualquier otro sitio (60B el Pad Thai), poco copiosa y no muy buena. No hagáis como nosotros y salid desayunados!

Segunda observación: el mercado es muy grande y, hipotéticamente, está dividido en sectores (marroquinería, textil...), un mapa del lugar puede ser de gran utilidad; al llegar, preguntad en uno de los puntos de informacion o a uno de los guardias de seguridad para obtener un mapa gratuito.

 

Como en cualquier mercado asiático, negociar esta al orden del día, aunque nos ha parecido que en este mercado sólo se puede negociar al comprar varios artículos.

Se puede facilmente pasar 3-4h en el mercado en búsqueda de chollos, pero más vale no tener agorafobia y llevar buen calzado.

Misión cumplida: salimos del mercado con la mochila llena!

 

Tras pasar rápido por el hotel para dejar las compras del día, continuamos la jornada destinada a gastar nuestros últimos Bahts y nos vamos a buscar un salón de masaje por los alrededores del hotel.

Como todos proponen lo mismo al mismo precio y que las premiras gotas de lluvia empiezan a caer, nos vamos al primero que vemos: masaje tailandés 300B/1h.

 

Las masajistas nos propenen instalarnos en salas separadas, pero MC se opone... nos encontramos pues, tumbados en un colchón en el suelo, con el ruido del aire acondicionado de fondo en una sala iluminada por un neón... un poco deprimente, pero es el tipo de sala típico del masaje tailandés. Después de una hora de tortura para Luc y de relajación para MC, salimos más ligeros, preparados para hacer las mochilas para volver a Europa.

 

Salimos a la calle para cenar nuestro último Pad Thai, nuestro último Mango Sticky Rice, todo acompañado con nuestra última Chang Beer y vamos a acostarnos pronto porque mañana tenemos que levantarnos a las 5h30 para ir al aeropuerto.

 

El despertador suena, preparamos las mochilas por última vez y salimos hacia el metro que abre a las 6h. Entre los 200 m que nos separan de la estación del metro, probamos suerte con los taxis que nos anuncian 600B para ir al aeropuerto mientras que en metro nos costaria unos 150B cada uno. Por suerte, uno de los taxis tiene ganas de trabajar y nos lleva por 300B; 30 minutos mas tarde llegamos al aeropuerto, 2h30 antes de la salida de nuestro avion Norwegian Airline.

 

Después de 9 meses y medio en Asia y 14h de viaje en un vuelo sin nada para comer (menos mal que compramos provisiones en un 7/11) con escala en Copenhague, ponemos los pies en suelo europeo para volver a ver a nuestra familia, amigos y la gastronomía que tanto hemos echado de menos.